Como siempre en cada semana vivimos momentos de mucho
estrés, algunos pocos de relajación, ocasionalmente los divertidos y muy
remotamente un viernes de quincena; que bien podría compararse a ese oasis en
pleno desierto, como aquel día donde el salario, el tiempo y el entretenimiento
se unen conspiradamente para entregarte un cheque en blanco donde solo debes
colocar tu nombre y un destino donde sacar esas preocupaciones de toda la
semana.
Pero como siempre se dice que “la vida no es justa”, ya que ésta
nos pone un último obstáculo antes de llegar a ese momento tan ansiado del fin
de labores; ese es el Tráfico de un
vienes quincenal. Muchas personas desarrollan reacciones distintas a una larga
sesión de tráfico vehicular, desde los que lo toman como un gran silencio
incómodo tratando de llenarlo con algún programa de radio, los que encuentran
un momento para reflexionar acerca de la “inmortalidad del cangrejo”, hasta los
que sacan las presiones acumuladas de 5 días de incesante trabajo.
Independientemente de cómo sea la reacción que tomas ante el
tráfico, es bastante común pasar por ciertas ETAPAS DE ACEPTACIÓN, donde la
inquietud se apodera de ti mismo y hace que directa ó indirectamente contagies
a los demás automovilistas.
Dichas etapas son:
NEGACIÓN
Cuando te preguntas el ¿porqué de tanto auto parado?,
inmediatamente tratas de convencerte de que es solo un mal rato y que pasará de
inmediato, visualizas los siguientes metros e imaginas que el embotellamiento
será momentáneo.
IRA
Llega por el resultado de insultos, bocinazos e
intromisiones entre carriles. Estás convencido de que todos tienen la culpa
excepto tú.
PACTO
Tratas de calmarte después de tantos insultos, intentas
replantear una estrategia para buscar un espacio mínimo por el cual puedas
avanzar con mayor fluidez. Además de negociar con los demás automovilistas
cediendo aleatoriamente el paso, estando en el límite de la educación y de un
nuevo insulto.
DESESPERACIÓN
La etapa más agónica, donde el avance es “a vuelta de rueda”,
aquí comienzas a analizar el tiempo que has perdido, el que te falta para salir
del problema y arribar a tu destino. También es en donde cuentas con mayor
tiempo para que tu imaginación comience a crear una lluvia de ideas acerca de
posibles excusas para aquella cita programada.
ACEPTACIÓN
Aquí ya aceptas tu realidad, en el fondo te das por vencido
y te resignas lo que queda de camino. Terminas con un sabor agridulce por el
mal rato en la calle, pero con la ilusión de aprovechar tu paga el fin de
semana.
Ya sea que esto te pase a cualquier hora del día, pero recuerda
que un viernes sin tráfico no sería viernes.
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